Este es un artículo escrito por el Arq Alejandro Ruggiero, profesional y vecino del barrio de Liniers en donde manifiesta entre otras cosas su preocupación por la conservación del patrimonio arquitectónico de la estación Liniers, el cual fue completamente destruido y sus históricas columnas se encuentran amontonadas a la intemperie juntando herrumbre. Resalta ademas la inacción de muchos funcionarios tanto nacionales como porteños en este tema. Parece un tema menor pero no lo es, conservar el patrimonio arquitectónico e histórico de nuestros ferrocarriles hace a nuestra identidad e historia.
Cabe destacar ademas, que cuando el Arquitecto escribió esta nota en septiembre, las obras ya se encontraban prácticamente paralizadas, parálisis que continua hasta la fecha. Situación que nosotros denunciamos públicamente para esa misma fecha aproximadamente.
Adjuntamos texto por si no se llega a leer en la nota:
En éste último tiempo se ha informado a los lectores a través de distintas crónicas, acerca de las irregularidades que tiñen y empañan las obras en la Estación de trenes de Liniers. Como se explicó oportunamente, esas obras fueron encaradas por la Administradora de Infraestructuras Ferroviarias (ADIF S.E.), la cual vía proceso licitatorio adjudicó las tareas a la Empresa Coarco s.a.
Las obras se hallan en ejecución desde febrero pasado pero, a la hora de averiguar sobre los necesarios permisos y estudios preliminares, las autoridades de aplicación indican que las autorizaciones requeridas ni siquiera han comenzado sus respectivos trámites administrativos.
A su inicio, vía presentaciones administrativas, se indagó acerca de la carencia de los necesarios Estudios de Impacto Ambiental, de los Permisos de Obra y de las autorizaciones para intervenir bienes patrimoniales. Autorizaciones que involucran transversalmente a distintas áreas del Gobierno de la Ciudad y de la Nación.
En mayor o menor medida, todas las áreas involucradas tienen algo en común: el sugestivo y sugerente silencio que ampara los hechos que, poco a poco, son consumados. Con su inacción y ausencia, las autoridades facilitan daños irreparables al patrimonio cultural del barrio, que integran los bienes de la antigua Estación.
De manera tardía y tras varios reclamos administrativos, distintas áreas del Gobierno de la Ciudad admitieron la falta de los diferentes permisos, estudios y autorizaciones pero, en la práctica, está acción no ha tenido su debido correlato en la faz inspectiva, totalmente ausente hasta la fecha.
Por su parte, los responsables de las distintas áreas de la administración nacional, con injerencia en el tema, se han mostrado más que indiferentes ante los planteos administrativos y sus correspondientes reclamos. Para modificar la situación de su absoluto silencio, se procedió a instruir distintos procedimientos por ante la Oficina Anticorrupción de la Nación y las Defensorías del Pueblo, tanto de la Nación como de la Ciudad, para que actúen en los ámbitos de sus incumbencias.
Uno de los procedimientos encauzados en la Oficina Anticorrupción dio sus frutos. En respuesta al recurso administrativo interpuesto, la inexpresiva Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos, indicó que al momento de recibir la nota original en marzo pasado, desconocía las obras ya en ejecución en la Estación ferroviaria. Además, en su descargo agregó que, recibida la nota y en cumplimiento de sus funciones de superintendencia sobre los bienes protegidos, se procedió a inspeccionar y constatar las obras en ejecución y que, por Nota N° 933 de agosto pasado “se instruyó a la ADIF para que restaurare y recupere las antiguas y emblemáticas estructuras de la Estación”, en lugar de su inapropiado reemplazo y destrucción.
Sin embargo, no se brindaron mayores precisiones acerca del tratamiento real que tendrán tanto el túnel subterráneo como el antiguo puente peatonal que se observa totalmente apuntalado de manera bastante precaria, dudosa y preocupante. Sobre el puente en particular, las autoridades responsables indican que está siendo sometido a estudios estructurales. Resulta alarmante el tratamiento que sufren las antiguas estructuras de hierro con valor patrimonial que en su momento servían de apoyo a la antigua cubierta del andén; las mismas, columnas y vigas reticuladas de hierro de principios del siglo pasado, se hallan apiladas y abandonadas a su suerte en proximidades de las vías con sentido descendentes hacia la Estación Once.
En otro plano, el gran reticente en esta historia resulta ser el Ministerio de Transporte de la Nación, área de gobierno a dónde debe reportar la ADIF. A la fecha, no ha brindado respuesta alguna sobre el tema. Se supone que a través de sus áreas competentes, es el encargado de controlar que se cumplan los términos establecidos en los pliegos, no sólo en cuanto a la ejecución de las obras sino también en lo referido al respeto de las normas nacionales y municipales. Se lo consultó acerca de la existencia de los permisos y estudios obligatorios, que otros organismos de aplicación ya reportaron como inexistentes y que el Ministerio necesariamente deberá justificar y fundamentar, porque hacen al cumplimiento de distintas normas.
Si se observa la presentación del plan de inversiones ferroviarias del propio Ministerio, promocionado a principios del corriente mes, el misterioso silencio del área de Transporte tal vez no sea casual. Sorprendentemente – y como si fuera magia –, en uno de los fotomontajes y a manera de ejemplo, aparece un dibujito de la Estación Liniers que pretenden construir. Allí salta a la vista que se trata de un objeto bastante diferente al de la licitación original, con líneas arquitectónicas que, evidentemente, modernizan y desvirtúan los bienes patrimoniales que se deberían restaurar y proteger. Por lo poco que se puede apreciar, en una primera lectura, el puente ferroviario será fuertemente intervenido, y sus escaleras serán hechas a nuevo, totalmente descubiertas.
Además, no se conocen datos de los refugios del andén, tan solo se distingue un vértice pequeño de la supuesta cubierta. Resultan muy pocos elementos gráficos para dar una opinión cabal sobre el tema, dada la complejidad que ostenta la Estación de Liniers y su área de transferencia.
Más allá de usarnos como ejemplo, y tal vez de “conejillo de indias”, las autoridades del Ministerio de Transporte deben brindar las correctas explicaciones del caso acerca de lo que hicieron, hacen y piensan hacer con la Estación ferroviaria y su entorno, uno de los grandes problemas de nuestro barrio. Presentar sólo intenciones prolijamente dibujadas, no resulta suficiente ni los exime de la obligación de poseer los necesarios permisos, estudios, procedimientos y autorizaciones que fijan las leyes. La totalidad de la información sobre estas acciones debería ser pública y transparente, tal cual lo dispone la normativa en vigor.
Si todo está “pensado, estudiado y aprobado” correctamente ¿por qué será que ante preguntas puntuales se elige el camino de mutismo, contrariando el espíritu de las reglas vigentes?
Someterse al imperio de las normas hace al respeto de los derechos y calidad de vida de los ciudadanos; en ese orden de ideas, el Estado debería ser el primero en dar el ejemplo. Si se pretende modificar parte de la triste realidad que azota al barrio de Liniers, el camino del oscurantismo no parece la mejor opción.